La isla de pascua, ubicada en la Polinesia en medio del océano pacífico, parece estar habitada por gigantes de diez metros de altura, ellos son los Moais que pueden divisarse desde el mar. Estas estatuas son más de 300 y se hayan diseminadas por todo el territorio. El gran interrogante es: ¿Cómo hicieron los nativos para mover y colocar estas piezas que cuentan con un peso de casi 30 toneladas?
La respuesta que cuentan los nativos, acaricia la leyenda y es que estas figuras se elevan y para hacerlo solo necesitan de alguien capaz de vibrar a la misma densidad que ellas, al sucederse esto el choque de energías armónicas hace posible el movimiento.
Este fenómeno no ocurre solo en esta zona, los chamanes tibetanos aseguran que logran mover piedras con sutiles sonidos musicales. Otro testimonio es el del astrofísico Fred Hoyle, quien afirma que los arquitectos de Stonohenge lograban hacer que las piedras volaran mágicamente mediante la combinación de tambores, cantos y chasquidos.
Algunos especialistas sugieren que las pirámides de Egipto fueron construidas con esta metodología.
Lo curioso de esta historia es la posibilidad de que las distintas culturas megalíticas hayan formado parte de una red energética global haciendo uso de la misma energía vibratoria.
De ser cierto tal vez estos relatos sean la afirmación de ese antiguo dicho que reza “la fé mueve montañas”.